Un pequeño-gran futuro en Mashue

Por: Pedro Pablo Achondo Moya

Fecha de publicación: Diciembre 01, 2024

Imagen 1. La regeneración de los alerces en la Isla del Rey. Pedro Pablo Achondo, 2022


Estoy en un bosque denso. Comienza la lluvia y caminamos por sobre un pomponal. Una hermosa turbera de colores rosados, rojos y naranjos, me habla de la vida naciente y de su regeneración. Camino con cuidado, como no queriendo pisar. Vinimos a buscar los alerces en la Isla del Rey, en las costas de Valdivia. Luego de un largo periplo en lancha, primero, camioneta después y una caminata de más de una hora; logramos encontrar los alerces. La lluvia oponía resistencia o, mejor dicho, nos dificultaba el paso. Sin senderos demarcados y siguiendo la intuición y conocimiento de quien nos guiaba nos íbamos adentrando en una espesura que contrastaba sideralmente con las inmensas plantaciones de pino que rodean este manchón de bosque nativo que va quedando en la Isla. Se llevaba la atención el rojo de la tierra acidificada en contraste con las turberas y hojarascas del bosque. Pinos y pinos, pequeños, cortados, altos, apilados, juntos, dejados, marcados; fuimos viendo desde la camioneta que nos acercaba al bosque valdiviano. Los alerces estaban bien adentro, nos dijeron. El camino repleto de canelos, coigües, mañíos y otros tipos de plantas anunciaba el anhelado encuentro. Los alerces de la Isla del Rey no son muy conocidos. De pronto a lo lejos vimos uno, su altura y rectitud nos llenó de júbilo. ¡Ahí están! Pero aun faltaba y la espesura nos recordaba que los tiempos de desplazamiento en los bosques no tiene nada que ver con la manera en que movemos los pies. La lluvia seguía cayendo con fuerza. Qué maravilla fue cuando vi esos retoños de alerce. No uno, sino decenas de ellos, pequeños, de ocho, quince, veinticinco años, podría estimar. Mi ojo humano ya iba logrando hacer ese tipo de cálculos. Pequeños alerces en medio de otros árboles, enredados en sus ramas, gozando de la turbera. Creciendo como esquejes de otras ramitas. Todo era agua. Agua materializada en plantas. Agua devenida en vida vegetal. Agua arriba, agua abajo, agua dentro. Por un momento todos éramos agua. Habitamos el agua que rodeaba todo y alimentaba todo. Recordé que era una Isla y más fuerte fue la sensación de estar en el agua. En el agua, en una Isla, en el sur de Chile, hay un polo de alerces que resiste y expresa la regeneración de la vida con suma elocuencia y fragilidad. Levantando la cabeza podía ver alerces inmensos de más de un siglo. De 300 años tal vez, no mucho más. Y estos pequeños retoños contenedores del tiempo [ver imagen 1, 2].Quisiera saber si en dos mil años más esta planta que toco con mis manos será un gigante como aquellos que alguna vez habitaron esta Isla.

Imagen 2. La regeneración de los alerces en la Isla del Rey. Pedro Pablo Achondo, 2022

No demasiado lejos de la Isla del Rey, a unos 46 kilómetros en línea recta, de esas líneas que solo Google Maps puede arrojar y que no existen ni como líneas ni como distancias, se encuentra la localidad de Mashue, en las cercanías de la ciudad de La Unión en la misma región de los Ríos. Allí hay un vivero y en ese vivero hay un centenar de pequeños alerces que se preparan a repoblar sus tierras. En ese vivero, reza un cartel en la entrada, se recupera el agua. El sol de aquel 5 de diciembre del 2022 hacía resplandecer las pequeñas plántulas y su diversidad de verdes [ver imagen 3 y 4]. Las había de 30 centímetros, de medio metro, de 15 centímetros y unos diminutos alerces de 5 centímetros. Los más viejos tenían 3 años de vida y ya les estaba faltando luz en el sector dónde los tenían. La fila de los pequeñísimos reservorios de tiempo indicaba en un letrero: alerce, 19.07.2022, 1 melga.    

Imagen 3. Floreciendo futuro en el vivero de Mashue. Pedro Pablo Achondo, 2023

En Mashue hay un hermoso proyecto para reconstruir el bosque (Barichivich et al., 2023). Todo comienza por el suelo y las quebradas. El renoval de 60 años más o menos en la quebrada trae el agua, estabiliza el ciclo del agua, explica uno de los principales artífices de la estación socioambiental, como la llaman. Allí se realiza educación ambiental para los niños. Cada árbol va cumpliendo una función y es necesario entender también cómo se relacionan entre ellos y todos en la quebrada. El programa ambiental en Mashue es innovador, posee dimensiones sociales, bioculturales, políticas y ecológicas. El vivero es una de ellas. El artífice invita a conversar en la estación del reencuentro, llamada así porque los antiguos de la comunidad se reencuentran allí, en el bosque naciente, a recordar los tiempos pasados cuando eran niños y sus abuelos conocían otro bosque. Cuenta, el artífice, que todo este proceso lleva tiempo y necesita que estos tiempos sean respetados. La tierra es cuidada, protegida, concebida como parte de algo mucho mayor. Aquí el territorio está organizado, desde su sencillez y simpleza rural, para sacar adelante un futuro diferente. Aquí se respira algo de esos mundos por habitar.

Abajo en la quebrada el pathos es otro. El artífice habla de energía, y se percibe. La comunidad biológica está vibrando, cooperando: raíces, suelo, insectos, agua, plantas y humanos. Todos trabajando en conjunto, entre todos y para todos. Ese pathos espaciotemporal posee hasta un color particular, un sonido propio y una temperatura que tempera a quienes bajan a la quebrada en regeneración. Allí la vida está muy viva.

Imagen 4. Floreciendo futuro en el vivero de Mashue. Pedro Pablo Achondo, 2023

La comunidad afectiva llena de reciprocidad va comunicando vida según los lenguajes de esa quebrada en Mashue. Los alerzales no están muy lejos, esta comunidad queda a unos 40 minutos en vehículo bajando la cordillera. El artífice vive con los pies en el suelo, abierto a los cambios y a los tiempos de la comunidad que no siempre son los individuales. Es uno de los protagonistas del Comité de Agua Potable Rural (CAPR) de Mashue y cuenta que sus inspiraciones son profundamente latinoamericanas y, en particular, andinas. De ahí le viene una honda convicción comunitaria, en el sentido más amplio de la palabra y la certeza total de que sin agua no hay vida. En el agua, el artífice, tiene puesta toda su fuerza. Le propongo presentar en su comunidad algunos resultados de mi investigación y asiente con una gran sonrisa


Referencias citadas

  • Barichivich, Jonathan; Buitano, José Luis; Muñoz, Fernando; Rivas, Esteban; Rodríguez, Vicente (2023). Renaturalización, una posibilidad de reencuentro con la naturaleza para conservar el agua: La propuesta del Comité de Agua Potable Rural de Mashue, Región de Los Ríos. Chile. 


Pedro Pablo Achondo Moya: Licenciado en Teología (FAJE, Brasil), Licenciado en Filosofía y Magister en Teología Moral y Práctica (Centre Sèvres, Francia), Doctor en Territorio, Espacio y Sociedad (FAU, Universidad de Chile). Ha publicado libros de teología Una Iglesia híbrida (2020, ed. San Pablo), Tejiendo Nuevas Esperanzas. Un ejercicio de teología política en torno al Chile actual (2021. Ed. Universidad Academia Humanismo Cristiano), Los llamo amigos, redescubriendo la amistad como tejido de vida (2022, ed. San Pablo) y recientemente: La Iglesia después de la Iglesia (2023. Buena Prensa, México). Es poeta, con las publicaciones Anastasia (2020, Ediciones de Los Diez), Verde como la Tierra. Wallmapu ecodistopia (2022, Oxímoron). Enseña en universidades, realiza talleres en comunidades y asesorías en temas de Ecología Integral, además de investigar las relaciones afectivas y territoriales entre humanos y otros-que-humanos, sobre el posthumanismo, filosofía ambiental y pensamiento vegetal. Es Editor General de Simbiosis Ediciones (Chile).


Para citar: Achondo Moya, Pedro Pablo . “Un pequeño-gran futuro en Mashue” Signatura, vol. 4.1, diciembre 1, 2024 URL: https://www.humanidadesambientales.com/signatura/120124-v4-achondo

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