LUMINODOSIS

Por: Georgina Montoya Vargas

Fecha de publicación: Diciembre 01, 2024

Montoya, G (2023). Luminodosis [Imagen IA].


Desde hace algún tiempo, me acompaña la pregunta: ¿cómo diseñar jardines para cuerpos cansados? Pienso en el acto de diseñar como un gesto de cura, de refugio, donde los ritmos no son impuestos, sino dictados por las manos que aún saben escuchar.

Imagino esos jardines como espacios donde el cuerpo, aunque cansado, se entrega. Jardines que florecen no desde la prisa, sino desde la pausa, donde cada planta sembrada es un diálogo silencioso entre la carne y la tierra. Me pregunto si acaso los jardines, más que lugares de belleza, podrían ser zonas de sanación para cuerpos rotos por la velocidad del presente.

Lugares donde el cansancio sea bienvenido, donde las manos y los pies, exhaustos, encuentren consuelo en la suave textura de la tierra húmeda.

Esta es una pregunta especulativa que se compone de imágenes y relatos, un archivo viviente en constante transformación. Aquí, la materia y el pensamiento se entrelazan, invitándonos a tomar distancia crítica de la mirada moderna occidental sobre lo natural y las formas de cuidado. En su lugar, se proponen nuevas resonancias y perspectivas.

Me interesa tejer y amalgamar filosofías afectivas, que, desde la ficción especulativa, nos invite a expandir nuestra comprensión de lo ecológico hacia una visión caleidoscópica, donde lo diverso se conjuga con lo esencial en un planeta cada vez más herido.

Es por ello que busco imaginar formas de cuidado, abriendo espacio para los mundos posibles. A continuación, quiero compartir una de esas imaginaciones, a partir de una experiencia personal, donde en el sol encontré una forma de sanarme, entender un poco como ser planta.

LUMINODOSIS

Reflexiones sobre energía solar, imaginación especulativa y tecnologías ancestrales para sembrar jardines en cuerpxs cansados

Había pasado un año desde que la pandemia del COVID-19 cambió por completo nuestras vidas. Después de largos meses de confinamiento, finalmente la vida volvía a la normalidad, pero las secuelas del encierro comenzaban a manifestarse de formas inesperadas. Una tarde, mientras revisaba los resultados de mis análisis de sangre, descubrí que mi nivel de vitamina D estaba alarmantemente bajo.

El médico explicó que la falta de exposición al sol durante la cuarentena había afectado mi salud, y necesitaba encontrar una manera de aumentar mis niveles de vitamina D. Aquella noticia encendió una chispa y decidí emprender la misión de encontrar una solución única para combatir mi déficit de vitamina D.

Así fue como nació la idea de la "Luminodosis", una máquina que simularía la luz solar y permitiría la síntesis de vitamina D en mi organismo. Me sumergí en la investigación y la ingeniería ancestral, convirtiendo mi pequeño rincón en un laboratorio improvisado. Busqué materiales, estudié las propiedades de la luz solar y diseñé un dispositivo que pudiera proporcionar la dosis exacta que necesitaba.

Después de semanas de trabajo, la Luminodosis estaba lista. Era una cabina transparente con luces LED especiales que imitaban la luz solar, en el centro una planta que parecía un sol. Al entrar en ella, cerré los ojos y dejé que la suave luz me envolviera. Durante quince minutos al día, me sumergía en este oasis de luz artificial, esperando que mi cuerpo respondiera de manera positiva.

Los días pasaron, y comencé a notar cambios. Mi energía aumentó, mi estado de ánimo mejoró y, lo más importante, mis niveles de vitamina D se estabilizaron. La Luminodosis no solo se convirtió en mi sol artificial, sino también en un proyecto que podría ayudar a muchas personas que enfrentaban problemas similares.

La noticia de mi invento se extendió rápidamente, y la Luminodosis comenzó a ganar popularidad. Otros buscadores de sol artificial se unieron a la causa, convirtiendo sus hogares en pequeños laboratorios de luz. La tecnología que inicialmente diseñé para mí misma se convirtió en una solución para muchos, transformando la manera en que enfrentábamos las secuelas de la pandemia.

Con el tiempo, la Luminodosis evolucionó, y surgieron versiones más avanzadas y portátiles, que además no eran abrasivas con la tierra. La tecnología que comenzó en mi pequeño laboratorio ahora se distribuía globalmente, ofreciendo una solución innovadora para aquellos que necesitaban recuperar la vitalidad perdida durante los días oscuros de la pandemia.

En el aniversario de la creación de la Luminodosis, recordé cómo un simple problema de salud me llevó a emprender un viaje creativo que cambiaría la vida de muchas personas. A veces, las soluciones más extraordinarias nacen de las circunstancias más comunes, y en mi caso, una máquina de luz se convirtió en un faro de esperanza en un mundo que había pasado por tiempos oscuros.


Georgina Montoya Vargas: Artista Visual, educadora desobediente, anarchivista, collagista, recicladora de imágenes. Estudiante del Doctorado en Artes y Tecnoestéticas de la Universidad Nacional Tres de Febrero en BsAs - Argentina. Magister en Estética y Creación Universidad Tecnológica de Pereira. Magister en Diseño y Creación Interactiva Universidad de Caldas y Especialista en Artes Mediales Universidad Nacional de Córdoba. Artista plástica Universidad de Caldas.


Para citar: Montoya Vargas, Georgina . “LUMINODOSIS” Signatura, vol. 4.1, diciembre 1, 2024 URL: https://www.humanidadesambientales.com/signatura/120124-v4-montoya

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